viernes, 18 de junio de 2010

Virgen de los tres cerritos

Una experiencia unica. Caminaba yo con Luis María Merodio por el sendero que subía hacia el cerro de la Virgen del Sacratísimo Corazón de Jesus. Una de las primeras sensaciones es la de que el tiempo se acorta al subir el sendero. Claro que puede solo tratarse de la subjetividad ante el hecho de estar en un lugar desconocido. También llama la atención el hecho de que el sol irradiába en halos de colores, primero el rojo y el azul y luego cinco o seis colores, formando circulos de considerable tamaño. Todo el ambiente esta preparado para un supuesto encuentro con la Virgen. Arriba una especie de bandeja gigante recibe a los peregrinos y uno se sienta en unos bancos de piedra. Existen infinidad de rosarios colgados de los arboles, no se ve ni rastros de una sola vela. No se permite ni beber, fumar o hablar y ni siquiera comer. Es un lugar de oración y ayuno. Muchos experimentaron aromas de ciertas flores que no podían definir. YO personalmente sentía una especie de angustia en mi pecho y un cansansio extremo. Cuando la vidente me tocó el brazó en su frenesí de querer terminar con todas las larguisimas filas, sentí una pequeña descarga o carga de energía para decirlo de alguna manera. NO tuve visiones especiales, no me caí, no me desmayé y no sentí tampoco una paz especial o encuentro especial que si experimenté en otras ocaciones. Interiormente sentí una especie de mensaje claro "vivir dia a día, no esperar milagros o cosas extraordinarias para valorar la vida", hacer cosas e intentos por mas pequeños o insignificantes que parezcan. Me parece que las experiencias de las misas de sanación de la ciudad de La Banda o las del padre Gilbert en Huaico HOndo, me llegaron más interiormente que esta especie de maratón espiritual, donde todo esta estrictamente calculado para que te encuentres con Dios o la Virgen. Despues de todo Dios esta donde como y cuando quiere, hasta en la más humilde de las casitas del campo donde solo encontramos una amarillenta y ahumada estampita de la Difunta Correa, alumbrada por una velita comprada con los ahorros de los ancianos ciegos , que esperan aun asi la ayuda del cielo.

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